Cuando su hermano nació, Sa-chi Gabriel comenzó a insistir ante sus padres para quedarse sola con el bebé. Temiendo que, como muchas criaturas de cuatro años, tuviera celos y quisiera maltratarlo, no la dejaron. Pero ella no demostraba tener celos. Y, como siempre trataba a su hermano con cariño, los padres decidieron hacer una prueba: dejaron a Sa-chi con el recién nacido y permanecieron observando su comportamiento a través de una puerta semiabierta. Encantada por ver satisfecho su deseo, la pequeña Sa-chi se aproximó a la cuna de puntillas, se inclinó hacia el bebé y le dijo: - ¡Cuéntame cómo es Dios! ¡Yo ya me estoy olvidando! Paulo Coelho
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Manuel RodríguezEterno aprendiz... Archivos
Enero 2021
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