MINDFULNESS Y COMPASIÓN
MINDFULNESS
Mindfulness, procedente de las filosofías y prácticas espirituales orientales, se comenzó a incorporar a la psicología occidental a través de Jon Kabat-Zinn durante los años 70, con aplicaciones en los ámbitos sanitario, psicoeducativo y laboral con excelentes resultados.
La palabra ‘mindfulness’ es una traducción al inglés de los términos ‘sati’ en pali y ‘smirti’ en sánsrito, que originalmente significan ‘recordar’, y que actualmente suelen traducirse como ‘atención plena’, rasgo principal de las prácticas meditativas. Jon Kabat-Zinn lo definió como “prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.
En la actualidad, cuando hablamos de mindfulness, podemos referirnos a un estado de la mente, presente en todas las personas con más o menos intensidad, y que puede ser entrenado mediante diferentes técnicas (como la meditación), así como a las propias técnicas que permiten desarrollar este estado de mindfulness, y que pueden usarse tanto para el tratamiento de algunas enfermedades como para la prevención del estrés y aumentar el bienestar psicológico (García-Campayo, 2011).
Muchos autores han descrito los mecanismos de acción del mindfulness para que su práctica sea realmente efectiva y mejore el bienestar psicológico. El modelo más utilizado es el desarrollado por Hölzel y su equipo de investigación en 2011, en el que se basa la mayoría de protocolos y que incluye los siguientes mecanismos:
Se ha comprobado que la meditación mindfulness puede disminuir nuestro estado de activación mental, distanciarnos de nuestras preocupaciones, ayudarnos a combatir la ansiedad y el estrés y acercarnos a nosotros mismos (Rash et al., 2019), entre otros beneficios.
La palabra ‘mindfulness’ es una traducción al inglés de los términos ‘sati’ en pali y ‘smirti’ en sánsrito, que originalmente significan ‘recordar’, y que actualmente suelen traducirse como ‘atención plena’, rasgo principal de las prácticas meditativas. Jon Kabat-Zinn lo definió como “prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar”.
En la actualidad, cuando hablamos de mindfulness, podemos referirnos a un estado de la mente, presente en todas las personas con más o menos intensidad, y que puede ser entrenado mediante diferentes técnicas (como la meditación), así como a las propias técnicas que permiten desarrollar este estado de mindfulness, y que pueden usarse tanto para el tratamiento de algunas enfermedades como para la prevención del estrés y aumentar el bienestar psicológico (García-Campayo, 2011).
Muchos autores han descrito los mecanismos de acción del mindfulness para que su práctica sea realmente efectiva y mejore el bienestar psicológico. El modelo más utilizado es el desarrollado por Hölzel y su equipo de investigación en 2011, en el que se basa la mayoría de protocolos y que incluye los siguientes mecanismos:
- Incremento de la atención.
- Aumento de la consciencia y las sensaciones corporales.
- Regulación de las emociones.
- Desarrollo del insight cognitivo.
- Cambio en la perspectiva del yo, facilitando la disminución del diálogo interno.
Se ha comprobado que la meditación mindfulness puede disminuir nuestro estado de activación mental, distanciarnos de nuestras preocupaciones, ayudarnos a combatir la ansiedad y el estrés y acercarnos a nosotros mismos (Rash et al., 2019), entre otros beneficios.
COMPASIÓN
La Real Academia Española (s.f.) define la compasión como el “sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien”. Aunque en Occidente se ha entendido tradicionalmente como lástima o pena, desde la psicología y las tradiciones orientales, como el budismo o el taoísmo, se comprende la compasión (cí) como “el sentimiento que surge al presenciar el sufrimiento del otro y de uno mismo y que lleva al deseo de ayudar” (Goetz et al., 2010). Tiene su correspondencia con el concepto budista de karuṇā (Soothill & Hodous, 1995).
La psicóloga Kristin Neff (2007), uno de los mayores referentes en terapias de mindfulness basadas en compasión, considera que las prácticas de compasión deben basarse en tres pilares fundamentales, que tienen una perfecta correspondencia con la visión daoísta:
La psicóloga Kristin Neff (2007), uno de los mayores referentes en terapias de mindfulness basadas en compasión, considera que las prácticas de compasión deben basarse en tres pilares fundamentales, que tienen una perfecta correspondencia con la visión daoísta:
- Mindfulness, es decir, hacerse consciente del sufrimiento tanto en uno mismo como en los demás seres vivos, sin excepción.
- Humanidad compartida, entendiendo que las emociones, así como sus causas y sus consecuencias, son vivencias comunes que han experimentado, están experimentando y experimentarán millones de seres.
- Compasión y autocompasión, esto es, una comprensión y actitud bondadosa hacia uno mismo y hacia el resto de seres sintientes, así como una acción que lleve a reducir el sufrimiento de los mismos.
BENEFICIOS
La práctica correcta de mindfulness y compasión puede reportar los siguientes beneficios (Hölzel et al, 2011; Goleman y Davidson, 2017):
- Disminuye el estrés y la ansiedad.
- Mejora la resiliencia (la capacidad de superación en situaciones difíciles o traumáticas).
- Mejora la memoria y la creatividad.
- Provoca cambios estructurales en el cerebro y la conducta.
- Mejora la salud mental y la regulación emocional.
- Disminuye el dolor físico.
- Desarrolla la compasión, la bondad amorosa y la empatía.
- Favorece la resolución de conflictos.
- Mejora y favorece la toma de decisiones
- Mejora la atención y la concentración.
- Mejora el conocimiento de uno mismo.
- Desarrolla la desidentificación del yo.
- Ralentiza el envejecimiento celular.
- Puede ser útil en el tratamiento de la depresión y ciertos trastornos de ansiedad.
(*) La práctica de Mindfulness y Compasión no sustituye ni excluye la atención o el tratamiento médico, psicológico o farmacológico, prescrito por profesionales sanitarios.