No digas que partiré mañana
porque todavía estoy llegando. Mira profundamente: llego a cada instante para ser el brote de una rama de primavera, para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles que aprende a cantar en su nuevo nido, para ser oruga en el corazón de una flor, para ser una piedra preciosa escondida en una roca. Todavía estoy llegando para reír y llorar, para temer y esperar, pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte de todo lo que vive. Soy el efímero insecto en metamorfosis sobre la superficie del río, y soy el pájaro que cuando llega la primavera llega a tiempo para devorar este insecto. Soy una rana que nada feliz en el agua clara de un estanque, y soy la culebra que se acerca sigilosa para alimentarse de la rana. Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos, con piernas delgadas como cañas de bambú, y soy el comerciante de armas que vende armas mortales a Uganda. Soy la niña de 12 años refugiada en un pequeño bote, que se arroja al mar tras haber sido violada por un pirata, y soy el pirata cuyo corazón es incapaz de amar. Soy el miembro del Politburó con todo el poder en mis manos, y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre a mi pueblo, muriendo lentamente en un campo de concentración. Mi alegría es como la primavera, tan cálida que abre las flores de toda la Tierra. Mi dolor es como un río de lágrimas, tan desbordante que llena todos los océanos. Llámame por mis verdaderos nombres para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas, para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa. Por favor, llámame por mis verdaderos nombres para que pueda despertar y quede abierta la puerta de mi corazón, la puerta de la compasión. (Thich Nhat Hahn)
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Hay un tipo de meditación que invita a visualizar un espacio, imaginado o real, donde te sientas feliz y tú mismo; un lugar seguro y agradable al que poder "regresar" en aquellos momentos que lo necesites. Desde el primer instante en que realicé esta meditación, mi "lugar seguro" ha sido una finca que tenían mis abuelos, desde años antes de que yo naciese, a la que llamaban "La Barrumba" (supongo que será el nombre del terreno o la montaña), cerca de Duesaigües (Tarragona); este terreno estaba en mitad del monte, y muchos veranos y períodos de vacaciones nos juntábamos toda la familia. Muchas veces pienso que gran parte de mi pasión por la práctica contemplativa y la mística, así como de mi inquietud por la vida en la montaña, vienen de mis experiencias en este lugar... Alrededor del año 2001-2003 (no recuerdo exactamente), y a punto de fallecer mi abuelo, el terreno se vendió; desde entonces, una de mis ilusiones es volver a visitarlo. Muchas veces me acuerdo de él, y aparece a menudo en mis sueños. Hace un rato, casualidades de la vida, he encontrado el artículo de un senderista que citaba la montaña donde se situaba la casa y en el que, sorprendentemente, estaba colgada la foto que comparto al final de esta entrada. Decenas de recuerdos circulan ahora mismo por mi mente: jugué infinidad de veces en esos columpios; en el porche, casi todas las noches, me quedaba dormido mirando las estrellas y dándome cuenta de lo pequeños que somos y lo grande que es el Universo... Parece que fue ayer cuando me perdía en mis paseos por los montes, o cuando bajábamos al pueblo para comprar en la tienda de Jordi, o cuando nos bañábamos en la piscina... Veo nítidamente a Bu y Nala (unos perros que tenía el vecino de abajo) subir a visitar a mi abuelo; y qué curioso, porque yo entonces no tendría más que 3 ó 4 años. Me acuerdo también de los vecinos de abajo, de su hija, Tania, y de sus perros ladrando cuando nos acercábamos a la valla. Y de los terrenos del vecino de arriba, al que llamaban "el maestro" (creo que la casa ahora pertenece a Proyecto Hombre). Y de cuando precisamente su hijo bajó para avisarnos que había incendios cerca y tuvimos que irnos corriendo.... Aún siento en mis frágiles piernas de niño el cansancio tras subir a la torre de enfrente y volver cargados (unos más que otros) de leña que, posteriormente, usábamos para encender la chimenea los días de frío... Me río (ahora) de los sustos que me dieron, alguna vez, algunos animales que se metieron dentro de la casa a investigar si había comida. Y de cuando la familia era ya tan numerosa, que nos llevábamos la tiendas de campaña y dormíamos fuera de la casa. Me acuerdo de Tod (mi perro) corriendo, libre, por la montaña. Me pregunto, también, si seguirán ahí los "tesoros" que escondí en ciertos "lugares secretos" de la finca... Revivo imágenes, sonidos, olores... Hoy me acuesto con sentimientos encontrados. Siento una gran pena al ver, aparentemente, este lugar tan dejado, tan descuidado, tan abandonado... Y, sin embargo, también me siento inmensamente agradecido por las experiencias vividas en él e infinitamente maravillado por comprobar cómo la vida se abre camino... ............................................................ Mirando detenidamente la foto me viene a la memoria parte del 'Cántico de las Criaturas' de San Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas» Abro también, al azar, el Tao Te Ching al azar; aparece el capítulo 52, que no puede ser más revelador: «En el principio era el Tao. Todo surge de él; a él todo retorna» Actualización (Junio 2019): Aprovechando que a finales de Junio estábamos relativamente cerca del lugar, nos acercamos a hacer una visita. «Un viaje de 1000 Km comienza con el primer paso» (Lao Tzu) Los lunes y miércoles del 1 al 27 de Julio, de 10:00 a 11:30 horas, impartiré un curso de Iniciación al Taichi en el Antiguo Cauce del Río Turia de Valencia, a 100 m. del Puente del Real (ver mapa).
El Taichi es un antiguo arte marcial interno de origen chino que se ejercita mediante movimientos suaves y armoniosos en combinación con la respiración y la intención, lo que permite el desarrollo de la relajación activa, la concentración mental, la coordinación y el desarrollo de una respiración consciente y profunda. Está vinculado directamente con algunos conceptos de la filosofía taoísta, como el Yin y el Yang y, por sus aplicaciones terapéuticas, con aspectos de la Medicina Tradicional China. El Taichi es también un método de autoconocimiento y control de nuestro cuerpo, emociones y pensamientos: una técnica de meditación en movimiento. El curso de iniciación al Taichi costará 40€, tendrá una duración total de 12 horas y servirá como introducción a este arte centenario a través de una rutina de movimientos corta y sencilla en la que moveremos gran parte de las cadenas musculares, profundizando en la respiración, la intención y la meditación en movimiento. |
Manuel RodríguezEterno aprendiz... Archivos
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