Cada vez más instituciones públicas y privadas investigan los beneficios de las prácticas taoístas desde una visión científico-occidental, principalmente las relacionadas con el movimiento consciente. Entre otras, destaca la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, siendo uno de sus máximos exponentes el Dr. Peter Wayne, médico, docente e investigador, además de profesor de taichi y qigong (o chikung) desde hace más de 30 años. Su investigación se centra, principalmente, en la interacción mente-cuerpo a través de los mecanismos fisiológicos y psicológicos de algunas técnicas complementarias, como la acupuntura, y diferentes prácticas psicocorporales.
Basándose en sus años de investigación y docencia, ha desarrollado una propuesta de mecanismos de acción de estas prácticas taoístas en movimiento, a los que denomina “los ocho ingredientes activos del taichi y el qigong". Realiza así cierto símil con los fármacos, formados por diferentes ingredientes activos, cada uno de los cuales tiene cierta acción sobre el organismo y cuya combinación supone un verdadero efecto terapéutico para el paciente. A pesar de que cada ingrediente o principio tiene una acción por sí mismo, todos se entrelazan, interactúan e influyen entre sí de forma continua. Los ocho ingredientes propuestos son: • Conciencia, mindfulness y atención focalizada. • Intención, creencias y expectativas. • Integración estructural dinámica. • Relajación activa de mente y cuerpo. • Ejercicio aeróbico, fortalecimiento musculoesquelético y flexibilidad. • Respiración natural y más libre. • Interacción social y comunidad. • Espiritualidad encarnada, filosofía y ritual. Estos “ocho ingredientes activos” suponen un marco teórico-práctico perfectamente desarrollado, a partir del cual continuar investigando con el fin de comprender cómo actúan el taichi y el qigong y cuáles son sus beneficios sobre la salud física y mental de las personas. Manuel Rodríguez Salvador. Texto adaptado de mi tesina: "Quietud y movimiento: una revisión teórica sobre mindfulness, qigong y técnicas contemplativas daoístas" (2022). Todos los derechos reservados.
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No digas que partiré mañana
porque todavía estoy llegando. Mira profundamente: llego a cada instante para ser el brote de una rama de primavera, para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles que aprende a cantar en su nuevo nido, para ser oruga en el corazón de una flor, para ser una piedra preciosa escondida en una roca. Todavía estoy llegando para reír y llorar, para temer y esperar, pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte de todo lo que vive. Soy el efímero insecto en metamorfosis sobre la superficie del río, y soy el pájaro que cuando llega la primavera llega a tiempo para devorar este insecto. Soy una rana que nada feliz en el agua clara de un estanque, y soy la culebra que se acerca sigilosa para alimentarse de la rana. Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos, con piernas delgadas como cañas de bambú, y soy el comerciante de armas que vende armas mortales a Uganda. Soy la niña de 12 años refugiada en un pequeño bote, que se arroja al mar tras haber sido violada por un pirata, y soy el pirata cuyo corazón es incapaz de amar. Soy el miembro del Politburó con todo el poder en mis manos, y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre a mi pueblo, muriendo lentamente en un campo de concentración. Mi alegría es como la primavera, tan cálida que abre las flores de toda la Tierra. Mi dolor es como un río de lágrimas, tan desbordante que llena todos los océanos. Llámame por mis verdaderos nombres para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas, para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa. Por favor, llámame por mis verdaderos nombres para que pueda despertar y quede abierta la puerta de mi corazón, la puerta de la compasión. (Thich Nhat Hahn) Hoy, 17 de Diciembre de 2020, la UNESCO ha incluido la práctica del Taichi (Taijiquan), de forma oficial, en el listado de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Por tanto, estamos ante una gran noticia y un día feliz y de celebración para toda la comunidad de practicantes de este arte marcial. «La salvaguardia del Taijiquan puede incrementar su notoriedad y propiciar un diálogo sobre las diversas formas de practicarlo que se dan en las diferentes comunidades». (UNESCO)
Hay un tipo de meditación que invita a visualizar un espacio, imaginado o real, donde te sientas feliz y tú mismo; un lugar seguro y agradable al que poder "regresar" en aquellos momentos que lo necesites. Desde el primer instante en que realicé esta meditación, mi "lugar seguro" ha sido una finca que tenían mis abuelos, desde años antes de que yo naciese, a la que llamaban "La Barrumba" (supongo que será el nombre del terreno o la montaña), cerca de Duesaigües (Tarragona); este terreno estaba en mitad del monte, y muchos veranos y períodos de vacaciones nos juntábamos toda la familia. Muchas veces pienso que gran parte de mi pasión por la práctica contemplativa y la mística, así como de mi inquietud por la vida en la montaña, vienen de mis experiencias en este lugar... Alrededor del año 2001-2003 (no recuerdo exactamente), y a punto de fallecer mi abuelo, el terreno se vendió; desde entonces, una de mis ilusiones es volver a visitarlo. Muchas veces me acuerdo de él, y aparece a menudo en mis sueños. Hace un rato, casualidades de la vida, he encontrado el artículo de un senderista que citaba la montaña donde se situaba la casa y en el que, sorprendentemente, estaba colgada la foto que comparto al final de esta entrada. Decenas de recuerdos circulan ahora mismo por mi mente: jugué infinidad de veces en esos columpios; en el porche, casi todas las noches, me quedaba dormido mirando las estrellas y dándome cuenta de lo pequeños que somos y lo grande que es el Universo... Parece que fue ayer cuando me perdía en mis paseos por los montes, o cuando bajábamos al pueblo para comprar en la tienda de Jordi, o cuando nos bañábamos en la piscina... Veo nítidamente a Bu y Nala (unos perros que tenía el vecino de abajo) subir a visitar a mi abuelo; y qué curioso, porque yo entonces no tendría más que 3 ó 4 años. Me acuerdo también de los vecinos de abajo, de su hija, Tania, y de sus perros ladrando cuando nos acercábamos a la valla. Y de los terrenos del vecino de arriba, al que llamaban "el maestro" (creo que la casa ahora pertenece a Proyecto Hombre). Y de cuando precisamente su hijo bajó para avisarnos que había incendios cerca y tuvimos que irnos corriendo.... Aún siento en mis frágiles piernas de niño el cansancio tras subir a la torre de enfrente y volver cargados (unos más que otros) de leña que, posteriormente, usábamos para encender la chimenea los días de frío... Me río (ahora) de los sustos que me dieron, alguna vez, algunos animales que se metieron dentro de la casa a investigar si había comida. Y de cuando la familia era ya tan numerosa, que nos llevábamos la tiendas de campaña y dormíamos fuera de la casa. Me acuerdo de Tod (mi perro) corriendo, libre, por la montaña. Me pregunto, también, si seguirán ahí los "tesoros" que escondí en ciertos "lugares secretos" de la finca... Revivo imágenes, sonidos, olores... Hoy me acuesto con sentimientos encontrados. Siento una gran pena al ver, aparentemente, este lugar tan dejado, tan descuidado, tan abandonado... Y, sin embargo, también me siento inmensamente agradecido por las experiencias vividas en él e infinitamente maravillado por comprobar cómo la vida se abre camino... ............................................................ Mirando detenidamente la foto me viene a la memoria parte del 'Cántico de las Criaturas' de San Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas» Abro también, al azar, el Tao Te Ching al azar; aparece el capítulo 52, que no puede ser más revelador: «En el principio era el Tao. Todo surge de él; a él todo retorna» Actualización (Junio 2019): Aprovechando que a finales de Junio estábamos relativamente cerca del lugar, nos acercamos a hacer una visita. Este breve artículo va dirigido, sobre todo, a aquellas personas cristianas (católicas, protestantes, ortodoxas, ...) que, por desconocimiento, creen que no es compatible la práctica de la meditación y la oración. Intentaré dar unas pequeñas pinceladas sobre qué es la meditación, esperando poder acercar esta magnífica y liberadora práctica a quienes ya experimentan la oración, sin intención de cambiar una práctica con la otra, sino más bien de complementarla y mejorarla. Por tanto, no esperes en él una crítica a la Iglesia, la religión o cualquier otra cuestión similar. ¿Qué es y en qué consiste la meditación? La palabra «meditación», en el contexto al que nos referimos en el artículo, suele utilizarse para englobar a cualquiera de las prácticas de crecimiento interior que utilizan las distintas religiones y tradiciones espirituales. La meditación es una herramienta clave para ayudarnos a obtener paz y felicidad. Contrariamente a lo que muchas personas piensan, no es necesario pertenecer a una determinada religión ni estar en un templo o un lugar especial para meditar: puedes hacerlo en cualquier lugar del mundo, desde un rincón de tu casa en el que te sientas cómodo hasta dando un paseo o, por supuesto, en un templo de cualquier religión. La meditación es una práctica a través de la cual se intenta ir más allá del pensamiento condicionado para alcanzar un estado profundo de conciencia. Su objetivo principal es concentrarte y, poco a poco, relajar tu mente hasta liberar tu conciencia. Según vas progresando, vas sintiendo que puedes meditar en cualquier sitio y en cualquier momento, logrando la paz interior a pesar de lo que esté pasando a tu alrededor. Puedes notar, además, que comienzas a reaccionar mejor ante las cosas a medida que te vuelves más consciente de tus pensamientos y emociones. Podría decirse que la meditación es, por tanto, el arte de vivir; a medida que mejora nuestro mundo interior, mejora también nuestro mundo exterior (nuestras relaciones, nuestra vida cotidiana, ...). ¿Qué beneficios tiene la meditación? Los estudios realizados mediante el método científico demuestran los beneficios de la meditación, que van desde la mejora de la salud física, hasta el verdadero conocimiento de uno mismo. Los siguientes son sólo algunos de los beneficios de la meditación: A nivel físico:
A nivel mental:
A nivel espiritual:
Una vez teniendo un poco más claro qué es esto de la meditación, quizá sea el momento de responder, de forma breve, a varias preguntas: ¿Qué diferencia hay, exactamente, entre meditación y oración? La más destacada quizá sea la actitud: cuando rezas, "hablas" a Dios, es decir, haces peticiones o realizas acciones de gracias; cuando meditas, se presenta una actitud más bien de escucha, sintiendo de algún modo dentro de ti la presencia de Dios. ¿Qué beneficios puede tener la meditación enfocada a una mejor oración? Podría decirse que la meditación puede preparar el terreno para hacernos más abiertos a Dios. Cuando se medita, es posible sentir que Dios está profundamente dentro ti. Y desde esta experiencia de un Dios que no está fuera, sino dentro, la experiencia de oración puede ser más enriquecedora. La meditación es una práctica con la que se puede llegar a un crecimiento espiritual. Y este crecimiento espiritual implica, en muchas ocasiones, que la actitud se dirija hacia la contemplación, práctica meditativa común en todas las religiones y tradiciones espirituales y que es, también, un tipo de oración cristiana. Meditación como oración contemplativa En la oración contemplativa, el orante no habla, no razona, no pide..., sino que trata de silenciar su cuerpo y su mente, con una respiración profunda y tranquila, para permanecer en silencio con Dios y sentirse en comunión con Él y con la Creación. La oración contemplativa (o de silencio) ha sido descrita detalladamente en la obra de dos místicos cristianos: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, a los que recomiendo leer. Esta oración se fundamenta en la búsqueda de Dios en nuestro interior (Dios nos habita, somos "templos del Dios") y la contemplación la belleza de la creación sintiéndonos parte de la misma. Por tanto, la práctica de la meditación es, en cierto modo, una forma de "interiorización" en la que el meditador (y orante) se entrega a Dios, que habita en su interior, en su exterior y en todo lo que le rodea. Su mente no habla, no piensa; sólo se queda a solas con Dios en el silencio, con atención plena y escucha atenta. Manuel Rodríguez
Instructor de Taichi, Chikung y Meditación. Más de 15 años de experiencia como catequista de jóvenes y adultos. Todos los practicantes de artes marciales somos partícipes y beneficiarios de un legado que ha sido transmitido, a lo largo de generaciones, como resultado de la vida, enseñanzas y experiencias de los grandes maestros. Ellos viven en nosotros y son parte de nosotros. Reza un antiguo proverbio chino que «quien no conoce su aldea de origen, jamás encontrará la aldea que busca». Honrar a nuestros maestros implica, por tanto, valorar, respetar y agradecer su legado, la herencia que nos han dejado. Hoy escribo para honrar y recordar a uno de ellos: el maestro Tian Qiutian. Hoy he sabido que el maestro Tian Qiutian falleció el pasado 8 de Junio de 2016 a los 83 años. Sobrino de Tian Xiuchen (discípulo de Chen Fake) y maestro del Dr. Wang Xiaojun (maestro de mi maestro, Félix Castellanos), formó parte de la 19ª generación del estilo Chen de Taichi y la 3ª generación de la línea Chen de Pekín, a cuyo reconocimiento y difusión dedicó por completo su vida. Era muy querido y respetado en Pekín tanto por practicantes como por otros maestros, además de ser un referente del estilo Chen. El pasado verano, en mi viaje a China, tuve el honor de visitar al maestro en su casa. Aún nos recuerdo, con total claridad, en ese caluroso y húmedo día, subiendo las escaleras del edificio, situado en una zona pobre de Pekín, y entrando por la puerta del hogar encontrándonos, de frente, con él. Me llamó poderosamente la atención su constante sonrisa, su generosidad, humildad y sencillez, así como la nobleza, paz y serenidad que transmitía su mirada. Me acordé, en ese momento, de aquellos grandes sabios nombrados en las historias, alejados del lujo y las riquezas, satisfechos y felices con lo poco que poseían. Y sin embargo, detrás de esa modestia, de esa sencillez, de ese recogimiento…, se encontraba un gran maestro y parte viva de la Historia del Taichi. El maestro Tian nos acogió acompañado de su mujer (gravemente enferma), sus hijos y uno de sus nietos, conviviendo todos en un reducido espacio de pocos metros cuadrados donde, pese a la más que aparente pobreza, reinaba un ambiente de felicidad. Tras la bienvenida, los saludos y presentaciones, nos ofrecieron agua y nos invitaron a sentarnos y acompañarles un rato. Sonrisas, alegría, afecto… Me conmovió especialmente la ternura con la que los hijos cuidaban a sus padres, el cariño con el que el nieto trataba a sus abuelos, la entrega amorosa del “discípulo Wang” hacia su maestro. Y es que fue este, también, un aspecto llamativo y hermoso: conocer al Dr. Wang Xiaojun, el maestro de mi maestro, en su rol de discípulo. Me hizo pensar. Y es que, al final, ¿qué somos sino eslabones de una cadena que se remonta a tiempos antiguos, transmisores de un arte ancestral que forma parte de nosotros y transforma nuestras vidas? Un arte que, al mismo tiempo, no nos pertenece y motiva, en muchos de nosotros, la necesidad de compartir este maravilloso tesoro. El encuentro con el maestro Tian Qiutian supuso uno de los más emocionantes de mi vida, y lo recordaré con especial amor y cariño. Necesité un tiempo para poder asimilar que había sido partícipe de un momento único e histórico que nunca se repetiría, que la vida me había obsequiado con un maravilloso regalo y me había recordado, una vez más, la importancia de uno de los pilares fundamentales de nuestra existencia: la familia. Pocas palabras pueden expresar lo que siento más que aquellas que sirvan de sincero agradecimiento al maestro Tian Qiutian por su dedicación y entrega al Taichi a lo largo de su historia, por la herencia que nos ha dejado y que sigue viva a través de sus sucesores. Agradecido, también, a la vida y las personas que me dieron la oportunidad de conocerlo y aprender tanto en tan poco tiempo. Si estás leyendo esto te invito a que cierres un momento los ojos y trates de recordar a tus ancestros. Sonríe y, desde lo más profundo de tu corazón, diles: «gracias por tu vida, gracias por tu legado.» En memoria del maestro Tian Qiutian (田秋田, 1933 - 2016). Visita al maestro Tian Qiutian en su casa. En la fotografía de la izquierda, por orden: Anabel Esteve, Félix Castellanos, Dr. Wang Xiaojun, Tian Qiutian, Manuel Rodríguez, Aarón Andreo. A la derecha: Manuel Rodríguez con el maestro Tian Qiutian (Pekín, Agosto 2015).
Entonces apareció el zorro: - ¡Buenos días! -dijo el zorro. - ¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada. - Estoy aquí, bajo el manzano -dijo la voz. - ¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres! - Soy un zorro -dijo el zorro. - Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste! - No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado. - ¡Ah, perdón! -dijo el principito. Pero después de una breve reflexión, añadió: - ¿Qué significa "domesticar"? - Tú no eres de aquí -dijo el zorro-. ¿Qué buscas? - Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"? - Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas? - No -dijo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito. - Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear vínculos". - ¿Crear vínculos? - Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo... - Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado... - Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas. - ¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito. El zorro pareció intrigado: - ¿En otro planeta? - Sí. - ¿Hay cazadores en ese planeta? - No. - ¡Qué interesante! ¿Y gallinas? - No. - Nada es perfecto -suspiró el zorro. Y después volviendo a su idea: - Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de Sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo. El zorro se calló y miró un buen rato al principito: - Por favor... domestícame -le dijo. - Bien quisiera -le respondió el principito-, pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas. - Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame! - ¿Qué debo hacer? -preguntó el principito. - Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca... El principito volvió al día siguiente. - Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios. - ¿Qué es un rito? -inquirió el principito. - Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones. De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida: - ¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré. - Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique... - Ciertamente -dijo el zorro. - ¡Y vas a llorar!, -dijo él principito. - ¡Seguro! - No ganas nada. - Gano -dijo el zorro- he ganado a causa del color del trigo. Y luego añadió: - Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto. El principito se fue a ver las rosas, a las que dijo: - No sois en absoluto parecidas a mi rosa. Nadie os ha domesticado ni habéis domesticado a nadie. Sois como era antes mi zorro, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo. Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles: - Sois muy bellas, pero estáis vacías y nadie daría la vida por vosotras. Cualquiera que os vea podrá creer indudablemente que mi rosa es igual que cualquiera de vosotras. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y, algunas veces, hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin. Y volvió con el zorro: - Adiós -le dijo. - Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos. - Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito para acordarse. - Lo que hace más importante a tu rosa es el tiempo que tú has perdido por ella. - Es el tiempo que yo he perdido por ella... -repitió el principito para recordarlo. - Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa... - Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse. Capítulo XXI de “El Principito” (Antoine de Saint-Exupery)
«Los sabios perfectos de la antigüedad
eran tan sutiles, agudos y profundos que no podían ser conocidos. No conociéndolos, apenas sabemos describir su apariencia: eran tardos, como quien cruza un río en invierno; prudentes, como quien no quiere ofender a sus vecinos; discretos, como un invitado; pasajeros, como el hielo que se funde; sencillos, como un tronco de madera; disponibles, como un amplio valle; y opacos, como el agua turbia. ¿Quién puede, como ellos, a través de la quietud, aclarar lentamente lo turbulento? ¿Quién puede, como ellos, en el movimiento, permanecer en la calma hasta el momento de actuar? Quien sigue este Tao no anhela la abundancia. Por no estar colmado puede ser humilde, eludir lo vulgar y alcanzar la plenitud.» (Tao Te Ching, cap. XV) ¡Cuán maravilloso es el Taichi Chuan, cuyos movimientos siguen las leyes de la naturaleza! Continuo como una pulsera de jade, cada movimiento expresa el símbolo del Taichi. El cuerpo entero se llena de un continuo Qì, no hay desequilibrio entre lo superior y lo inferior. Apoya los pies con pasos de gato, moviendo el Qì como se enrolla la seda. En el movimiento, todo se mueve; en la quietud, todo está en calma. Arriba, el vértice de la cabeza está suspendido, y abajo el Qì se hunde en el Dantian. Relaja los hombros y baja los codos; estira la espalda y relaja el pecho. Cuando el weilu (sacro) está vertical de forma natural, el cuerpo se siente relajado y el Qì vivo. Utiliza la mente y no la fuerza, girando el cuerpo sobre la cintura. Todo sube desde la raíz, en los pies, mientras piernas y cintura se alinean perfectamente. La energía asciende por columna vertebral, y llega hasta los brazos y la punta de los dedos, porque, donde quiera que el Qì vaya, se manifiesta en el cuerpo. Todo esto depende de la mente, y nada tiene que ver con la fuerza bruta. Cuando lo lleno y lo vacío se distinguen claramente, lo duro y lo suave se adaptan a los cambios. Ying y Yang deben complementarse mutuamente, cuando al movernos de un lado a otro, giramos y cambiamos de postura. El Qì se despierta al variar la relación entre energías, y el espíritu permanece adentro. El movimiento surge de la quietud, pero incluso en el movimiento hay quietud. El espíritu dirige al Qì en su movimiento, y la palma y la muñeca están conectadas a la cintura. Nuestros pasos se adaptan a los cambios de situación, y las manos y los ojos se acomodan a las condiciones. Rapidez o lentitud siguen los movimientos del oponente; con el peso a un lado, nuestros movimientos no se retrasarán. Sin perder el contacto o sin dejar de agarrar, cada postura debe anticiparse al adversario. Después de atraer al oponente y neutralizar su energía, emitimos energía como un pozo burbujeante. Dejemos que el más fuerte agresor nos ataque, mientras cien gramos desvían mil kilos. Clásicos perdidos del Taichi
de finales de la dinastía Ching El pasado 3 de Agosto tuve el placer de poder participar en la recepción de Taichi que nos hicieron a los alumnos de la Escuela Tantien de Valencia los miembros de la Asociación de Taijiquan estilo Chen de Pekín. El evento tuvo lugar en uno de los pulmones verdes de la ciudad de Pekín: el Parque del Templo del Cielo. La Asociación de Taijiquan estilo Chen de Pekín fue creada en el año 1982 por varias personas, encabezadas por el maestro Tian Xiuchen (1917-1984) con la finalidad de preservar la memoria del maestro Chen Fake (1887-1957), así como la investigación y el desarrollo del estilo que él creó. Durante la mañana los miembros de la asociación realizaron, ante la atenta mirada de practicantes y viandantes, exhibiciones de Taichi Chuan (mano vacía), Taichi Jian (espada) y Taichi Dao (sable), así como coreografías con movimientos y aplicaciones de las formas; el grupo de españoles, dirigidos por los maestros Wang Xiaojun y Félix Castellanos, realizamos una exhibición de la forma de 36 movimientos estilo Chen. Los participantes intercambiamos habilidades y buen hacer en un ambiente fraterno y nada competitivo en el que no faltaron las sonrisas, las felicitaciones y, cómo no, las fotos. El idioma y las diferentes costumbres no fueron un problema, pues todos teníamos un lenguaje común: el Taichi. Fue hermoso ver a tantas personas tan distintas practicando Taichi, desde los niños pequeños hasta personas de más de 80 años, con quienes no pude evitar recordar la famosa frase del Dr. Hua To: «bisagra que se mueve no se oxida». También me emocionó especialmente la sencillez, humildad y cercanía no sólo de los practicantes, sino sobre todo de los maestros. El encuentro estuvo dirigido, en todo momento, por las maestras Bai Shuping, Pan Ying y el maestro Wang Xiaojun, descendientes directos del linaje del estilo Chen, 4ª generación de la línea de Pekín y discípulos del maestro Tian Qiutian (3ª generación) quien, por problemas de salud, no pudo asistir, pero a quien tuve el honor de conocer días más tarde. El evento finalizó con una práctica de Taichi conjunta, un intercambio de regalos y la típica foto de familia. Los caballos de un campesino huyeron. Aquella tarde, los vecinos se reunieron para compadecerse de él, puesto que había tenido tan mala suerte. Él dijo: «Puede ser». Al día siguiente los caballos regresaron, trayendo consigo seis caballos salvajes, y los vecinos lo felicitaron por su buena suerte. Él dijo: «Puede ser». Entonces, al día siguiente, su hijo intentó ensillar y montar uno de los caballos salvajes, fue derribado, se cayó y se fracturó un brazo. Nuevamente, los vecinos fueron a expresar su compasión por la desgracia. Él dijo: «Puede ser». Un día mas tarde, los oficiales del ejército vinieron para reclutar y llevarse a los hombres jóvenes, pero como tenía un brazo roto, el hijo del campesino fue excluido. Cuando los vecinos le expresaron cuán afortunado había sido, él dijo: «Puede ser». Relato taoista
Todo comenzó, o acabó, en los años sesenta, mayo de 1968, incluso antes. Era el canto del cisne de la modernidad. Aquella modernidad inefable con su arte de vanguardia, su marxismo y su psicoanálisis; aquella modernidad provinciana, patética y redentorista, la de la subversión permanente, de cuando había que estar siempre rompiendo códigos y asuntos por el estilo. Yo viví un poco el apogeo/estertor de aquella modernidad en California. Primero fueron los coléricos Allen Ginsberg y Jack Kerouac, pero también el dulce Ferlinghetti y el loco Gary Snyder. Venían de Whitman, amaban a Charlie Parker, citaban a Blake: «el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría». Predicaban el desbloqueo de la percepción. Guerra a las posturas squares, a la respetabilidad puritana de la clase media, pero también a la beatería escatológica de la izquierda tradicional. Finalmente, los beat abocaron en los hip, los cuales se dispersaron en comunas. Los hip se dieron a conocer en San Francisco y uno los veía merodear, allá por 1966, en Haight Street esquina Ashbury Street, y por un tiempo aquello fue el disloque: turn on, tune in, drop out. Consignas del enfebrecido Timothy Leary. Free Speech Movement. Zen approach. Joan Baez: We shall overcome. Bob Dylan: cuántos caminos tiene que recorrer un hombre antes de que se le pueda llamar hombre. Revolución cultural que, paradójicamente, hundía sus raíces en la tremenda inocencia ideológica de los norteamericanos. Para un espectador que venía de Europa aquello era lo más sorprendente: el candor sociopolítico, la falta de cinismo, la espontánea puesta en práctica de las propias convicciones. Poca teoría política bajo los movimientos contestatarios. Algunos citaban a Marcuse, pocos le habían leído. Se rechazaba globalmente, por instinto, la ideología tecnocrática, o socialista del progreso y se exigía el paraíso ya. Paradise now. De ahí a la droga, claro está, sólo había un paso. La droga era entonces el LSD. También las anfetaminas (speed) y la marihuana. La droga la tomabas, a veces, sin enterarte, porque te invitaban a cenar y la metían de matute entre los alimentos, y así, inesperadamente, viajabas. Pero la droga acabó siendo irrelevante, y el propio Aldous Huxley, antes de morir, desaconsejaba enérgicamente su uso. Allí lo que importaba era la complejidad de un movimiento, aparentemente candoroso, que remitía a la tradición subterránea, que recogía mil genealogías dispersas, que configuraba una matriz híbrida, que hacía referencia a una cultura sin pecado original. Era el mensaje más genuino del inimitable Alan Watts: el taoísmo subterráneo de Occidente. (Que en el fondo entroncaba con la propia tradición de la democracia norteamericana, con el espíritu de los padres fundadores, con la desconfianza instintiva hacia el Estado). Por fin se decía en voz alta que existen mil alienaciones aparte la económica. Se ponía en solfa la ideología del progreso puro y duro, la falacia del tiempo y de la historia. Se descubría, se redescubría, que la naturaleza es más inteligente que el hombre. Y ya digo que nadie explicaba esto mejor que el finísimo Alan Watts. Elocuente, paradójico, atrayente, seductor, menudo de estatura, delgado de cuerpo, alargado de cabeza, barba de chivo, ojos vivísimos, aire de predicador callejero, el gurú tramposo, the epicure who drank much, comenzaba por no tomarse en serio a sí mismo. Decía: «cuando uno se pone demasiado serio, sea a propósito del sexo, sea a propósito de la religión, comienzan los crímenes». Watts, más que nadie, incorporó el Zen y el taoísmo dentro de la propia tradición occidental. «El misterio de la vida no es un problema por resolver, sino una realidad que experimentar». Watts predicaba/practicaba el principio taoísta de que no hay nada más inhumano que las relaciones humanas basadas en la moral, o sea, en la abstracción. Watts había penetrado en lo más profundo de la paradoja del taoísmo/budismo, que es la paradoja de la condición humana, la trampa ambivalente del lenguaje, el bucle extraño de la autoconciencia. Era la voz del taoísmo (también del budismo zen): el brinco a la inocencia, la ecológica superación de las fronteras y las dualidades. Pero ya se sabe que en Occidente apenas hay tradición taoísta. Una vez escribí un artículo en esta misma tribuna (El anarquismo como taoísmo), donde explicaba que únicamente un cierto pathos libertario tiene que ver con la recuperación de la inocencia taoísta. El refinamiento coactivo, abstracto, de las sociedades con Estado, con capitalismo, con división de trabajo, con sistema monetario, donde la realidad acaba siendo sustituida por símbolos y modelos, eso exige que haya un dinamismo contrario, algo que nos permita recuperar, o al menos atisbar, la no-dualidad de lo real en sí mismo. Sólo muy recientemente, y a menudo con caricaturas burdas, reaparece en Occidente una actitud sin sentido del pecado. Donde las personas no piden disculpas por ser como son. Donde la introspección no conduce, como en San Pablo, en San Agustín, en Lutero o en Kierkegaard, a la vergüenza de uno mismo. Pero la matriz judeocristiana es persistente. Aquí, en Occidente, todavía lo más frecuente es pensar que la moralidad sólo puede asentarse en la culpa. Quiero decir que, casi por definición, Occidente es culpa. Fisura. Autodesprecio antropológico como contrapartida de la sumisión. Escritores aparentemente rebeldes como Kafka, Faulkner, Joyce, Becket, Sartre, nos recuerdan constantemente que el mundo es hostil y el hombre es pecador. Sean o no judíos, todos siguen la tradición bíblica, la cultura del pecado, o sea, de la sumisión. El psicoanálisis cómo pesquisa de culpas enterradas en el inconsciente no pretende alcanzar la inocencia sino un mero encaje entre culpa, mente y ego. De modo que, en Occidente, intentar ser taoísta es complicado. Faltan cómplices y sobran simplificadores. ¿Quién puede ser inocente después de Auschwitz? Recuerdo una comida en Ampurias, frente al Mediterráneo sabio, con Javier Solana, Inmaculada de Habsburgo, Xavier Rubert de Ventós y otros amigos. Solana era ya ministro español de Cultura. Así que le dije a Solana: «puesto que nadie sabe para qué sirve un Ministerio de Cultura, ¿por qué no se dedica una parte del presupuesto para diseñar un espacio cultural sin sentimiento de culpa?». Y he aquí que saltó inmediatamente Xavier Rubert de Ventós: «pero si en la vida sólo hay sentimiento de culpa y cuatro cosas más». Era la voz de Occidente. Occidente judío, cristiano, existencial, patético, conflictuado, dualista, emprendedor: huimos de la culpa haciendo historia. Nuestro arrepentimiento es esa fuga hacia adelante que llamamos progreso. Pilares de la vieja sociedad industrial, renuncia a las pulsiones instintivas, Sigmund Freud y los grandes a priori de nuestra cultura, con o sin ministerio de la ídem. Y ésa es la dificultad de ser taoísta, que es la dificultad de ser inocente, que es la dificultad de desaprender todo lo que hemos aprendido, que es la dificultad de liberarse de las trampas del lenguaje ordinario. Todo ello de manera crítica y no ingenua. En el bienentendido que la espontaneidad humana se alcanza cuando los verbos se hacen intransitivos, cuando, superadas las defensas del ego, uno deja que las cosas se organicen por sí mismas, suprimida la frontera entre lo natural y lo artificial, donde la inocencia también es picardía; la ciencia, arte, y todo forma parte de un proceso múltiple, disperso, creador e imprevisible, presidido por el paradigma de la autoorganización. Salvador Pániker
Publicado en El País, 23 de Septiembre de 1987 ¿Qué puede significar el anarquismo hoy? Comencemos dando un rodeo. Sostenía Alan Wats que es una verdadera catástrofe cultural el hecho de que en Occidente no exista una tradición taoísta frente a la tradición digamos confusionista que es siempre la tradición oficial. Y oficializada. Al privilegiar de manera exclusiva el orden social establecido se provocan las inevitables actitudes irracionalistas tan características de la historia occidental. Dicho de otro modo: al no haber una tradición de descodificación de la conciencia, el código se hace intolerable, y lo que es más grave, nace un fuerte sentimiento de disconformidad con lo real. Con el origen. Un ejemplo de lo que quiero decir nos lo proporciona una mala asimilación del glorioso legado de la ciencia. Cuando no hay una tradición taoísta, o si lo prefieren mística, la ciencia sólo aboca a una visión frustrante y cuasi irreal. El convencionalismo, la teoría lingüística de que las verdades lógicas son verdaderas por convención, no encuentra su contrapartida real. Bertrand Russell hizo una célebre declaración: «La matemática es la disciplina en la que nunca sabemos de qué estamos hablando ni si lo que estamos diciendo es verdad». La frase es extrapolable. Se comprende, pues, la tentación totalitaria, el mito que censura todas las incertidumbres. Hay una protesta latente contra un simbolismo que termina diluyendo la realidad y se busca la salvación en un simbolismo absoluto: lo teológico, lo totalitario. Pues bien; el anarquismo puede ser considerado como un movimiento que cobra sentido en este contexto. El anarquismo ha venido a suplir al taoísmo. El refinamiento coactivo, abstracto, de las sociedades con Estado, con capitalismo, con división de trabajo, con sistema monetario, nos aleja del intercambio concreto, real, entre hombres, personas y cosas. Cuando el anarquismo tiende a la supresión de la moneda (ese símbolo abstracto que precedió incluso a la aparición de los primeros alfabetos sofisticados y ya no ideográficos) tiende al origen. La oculta intuición del anarquismo es ésta: la sofisticación simbólica, la división del trabajo, la edificación del Estado,el centralismo, sólo tienen sentido si -al ser superados- nos devuelven críticamente a un origen donde vuelva a reinar la diversidad, la estructura no jerárquica, la espontaneidad no programada, no simbolizable, y todo ello sin pagar los costes que los pueblos salvajes pagaron por ello. Dicho de otro modo: el anarquismo sólo tiene sentido en la medida en que se inscriba en una filosofía de la ambivalencia. Orden artificial y orden natural Del mismo modo que no existe (ni probablemente cabe) una teoría económica del anarquismo, tampoco puede haber un sistema anarquista. Cabe, eso sí, una aspiración a recuperar los valores de una sociedad agraria, pero sin ingenuidad. A mi juicio, la ingenuidad del anarquismo histórico procede del planteamiento, ya expresado por Bakunin, de que detrás de un orden artificial perverso existe un orden natural bueno. O dicho con la célebre terminología de Tonnies: consiste en distinguir todavía entre Gesellschaft y Gemeinschaft. Pero ¿por qué la comuna o los llamados grupos espontáneos iban a ser entidades más naturales que la empresa organizada? El mal no está en la empresa ni en la organización, sino en la forma no ambivalente de la empresa y de la organización. El mal está en imponer el orden sin dejar ningún margen para su correspondiente desorden. La solución está en que la complejidad nos aproxime al origen, en que lo simbólico sirva para desprenderse de lo simbólico: la escalera de Wittgenstein. Lo que diferencia a la democracia del totalitarismo es una mayor sofisticación simbólica que hace posible una paradójica mayor interrelación real entre los hombres. Nadie discute que el Estado moderno -que todavía hoy es el Estado hegeliano- coacciona a los individuos. Lo que ocurre es que hay que entender el Estado no como un estado, sino como un proceso. El Estado democrático es aquél que permite que se denuncie la coacción de todo Estado. A partir de aquí, el Estado democrático puede ir aproximándose a la libertad por la vía de la sofisticación retroprogresiva. Y sólo en el límite, lo que hoy entendemos por Estado podrá ir, efectivamente, «al museo de antigüedades», como quería Engels. Porque el caso es que no cabe el retorno a un realismo ingenuo. He aquí por qué los propios anarquistas deberían ser hoy conscientes de que ya no es posible la vuelta a un estado de inmediatez prenacional con la natura. En primer lugar, porque no existe la natura. El anarquismo habrá de presentarse, en el futuro, más como el polo de una ambivalencia que como un ideario a realizar: precisamente como la indispensable dimensión desordenada de la realidad social. El anarquismo ha de entenderse como el taoísmo de Occidente, la descodificación de la conciencia. El anarquismo nos recuerda que la última función de lo simbólico es liberarnos de lo simbólico: devolvemos a la realidad que fluye. El anarquismo es enemigo de la abstracción. También lo era Lao-Tsé, de quien son estas palabras: «Suprimid la sagacidad, descartad la pericia, y el pueblo se beneficiará cien veces; suprimid el humanitarismo, descartad la justicia, y el pueblo recobrará el amor a sus semejantes». El anarquismo es, pues, una contrapartida de lo teórico, una dimensión de la política, una fuente de descodificación, un antídoto contra la rígida conciencia socializada, una rebelión contra los símbolos interpuestos. También lo dijo Lao-Tsé: «La verdadera virtud no es consciente de sí misma». Traslademos la frase: el verdadero anarquismo no es ningún sistema, sino más bien una indispensable dimensión no programada de cualquier sistema estable. Un síntoma de buena salud. Salvador Pániker
Publicado en El País, 10 de Julio de 1982 Texto extraído y adaptado por Paco Caracuel de la transcripción del primer curso del ciclo Tao de la Armonía, impartido por Alain Baudet y titulado El Hombre entre el Cielo y la Tierra, y publicado en la Revista de Medicinas Complementarias nº 79 Tao de la Armonía Alain Baudet Vamos a comenzar por hacer un descubrimiento del concepto, aunque no me gusta el término concepto porque, de hecho, es un anticoncepto. Cuando hable de concepto debéis pensar en anticoncepto y descubrir la finalidad de esta práctica para vosotros mismos.
El Hombre entre la Tierra y el Cielo. Podéis pensar que esto quiere decir todo y no quiera decir nada. Pero, en relación a la tradición taoísta, al concepto energético, es todo un proceso de despertar de la conciencia, de trabajar sobre la estructura, de situarse, de ponernos en relación con la Tierra y el Cielo, de organizar las energías psíquicas del Hombre… ¿Por qué Tao de la Armonía? TAO (Dào): «El Tao del que se puede hablar no es el Tao verdadero». A nivel de nuestra vida, de nuestro paso sobre la Tierra, el Tao representa el camino de la vida. Un día decidimos hacer una práctica, seguir una enseñanza, tomamos una forma de conducta, una ética, dar un sentido a nuestra vida. Cuando vivimos una situación que nos afecta, que nos ha herido, cuando hemos tocado fondo…eso nos hace comenzar de nuevo, nos pone en camino y nos hace dar un sentido más profundo y útil a nuestra vida. La traducción de Tao es sentido o dirección; dar un sentido, dirección o meta a la vida, en la vida. Esto ocurre sólo en el momento en que ya estamos preparados. Y, de hecho, nos damos cuenta de que el camino (Tao) no tiene meta, porque la meta es caminar. Y si uno piensa que ya ha llegado a algún lado, debe escapar, porque la situación es grave. Corre el riesgo de agarrarse a una práctica, a un despertar, a cualquier cosa…y ahí estamos en peligro. De hecho, en el budismo, hay una pequeña historia que cuenta que si estás en el camino y llegas a un lugar en el que no ves a Buda, debes continuar. Pero si llegas a un lugar y ves a Buda, debes escapar rápido, porque puedes estar en peligro. Realmente no es peligroso, simplemente corremos el riesgo de creernos alguien perfecto, que ha llegado a la perfección, que es un iluminado, que ya no tiene preguntas que hacerse. Es un hinchamiento del ego. Muchas veces lo que ocurre en el arte marcial o en el arte en general, es que hay personas que se creen un poco particulares. Lo que ocurre es que el ego se ha hinchado. Y eso es peligroso. La Vía a lo que lleva es a la simplicidad. Vamos a lo esencial, hacia otra visión del mundo. Y nunca hay que pararse, porque la visión corre el riesgo de hacerse pequeña. El camino es la meta, nunca se llega. ARMONÍA: A lo mejor es bueno dejar de estar siempre en conflicto, en la dualidad. Muchas enfermedades actuales están ligadas a ese sentimiento de autodestrucción. La vida, nuestras memorias, nuestra conciencia de vida han falseado la visión justa de la realidad. Vivimos en el conflicto, en la dualidad, en cierta ignorancia, que es una ignorancia sabia porque sabemos muchas cosas, pero que no las comprendemos con nuestra profundidad. Necesitamos encontrar un equilibrio, una armonía, unirnos a la Tierra. La Tierra es la fuerza de la armonía, del equilibrio; es el humus, la raíz de la humildad. Necesitamos encontrar esas fuerzas en nosotros, desarrollarlas, potenciarlas, aceptar vivir de manera armoniosa, en paz con nosotros mismos, aunque no sea perfecto, pero por lo menos tendremos esta paz interior y no necesitaremos pedir o buscar la paz exterior. Tao de la Armonía es el concepto que no es concepto. Es poder crear el ejercicio querido en el momento deseado… hacer lo que tenía que hacer en el momento que tenía que hacerlo, estar presente en el momento presente. Hacer lo que tenía que hacer cuando tenía que hacerlo y olvidarlo después. Es todo el ser que se va a despertar y va a desarrollar su sensibilidad. Vamos a utilizar el Chikung (Qigong), la respiración, la meditación….Nos vamos a situar en este contexto, intentaremos ver la idea de la estructura psíquica del Hombre en relación con la energética china y también desde el punto de vista occidental. Nuestro gran problema es que sabemos demasiadas cosas o no sabemos bastantes; o que no tenemos confianza en nosotros mismos. Cuando uno crece en energía vital, nuestra confianza aumenta y se afianza. A la vez dudamos, pero en la profundidad tenemos confianza y somos capaces de hacer cosas extraordinarias. Utilizamos una parte muy pequeña de nuestras capacidades cerebrales, entre un 3 y un 15%. Las demás, duermen. Cuando uno tiene confianza en sí mismo, se da cuenta de que es capaz de hacerlo. Esta exigencia requiere práctica. Aprender y olvidar. Somos mucho menos ignorantes de lo que pensamos….Y si tenemos técnica detrás y sabemos olvidarla, es genial. Toda la meta de los ejercicios que se realicen es volver a encontrar nuestra potencialidad, reencontrar nuestras capacidades y concentrarse, estar en la atención de la presencia de lo que hay, tener confianza, estar unido a la Tierra, centrados en nuestro eje. De hecho, son cosas muy concretas, son técnicas precisas. La práctica normal de Chikung es algo muy exigente. El Chikung no es un producto de consumo, no es algo sólo lúdico, un divertimento, una moda. Es un camino de evolución personal. Poco a poco vamos a trabajar sobre nuestra alquimia interna y nos transformaremos. Y transformándonos, uno se vuelve otra persona. No alguien extraordinario y perfecto, sino uno mismo, el que es realmente, con las imperfecciones, los defectos…No se trata de hacer superhombres o superhumanos, sino gente que se conoce a sí misma. No es algo egocéntrico. Si uno quiere abrirse verdaderamente a los demás de una manera no neurótica, sino de una manera completamente nueva y gratuita, debe conocerse y amarse a sí mismo; tener la fuerza de dar… Y practicar. No necesariamente Chikung, hay otras vías. Pero para nosotros, ya que practicamos Chikung, ésta es nuestra herramienta, el útil adaptado a este tipo de búsqueda. Aunque tampoco debemos aferrarnos demasiado a las herramientas. El artesano respeta sus útiles porque la obra de arte va a salir a través de ellas. Pero es importante no aferrarse a ellas: mi técnica, mi tai chi, mi dios…..¡es de todos! «"The Potter" (el Alfarero) es una criatura antigua que da vida a la arcilla. En su cuidado está un aprendiz que desea aprender el secreto. Ésta es su historia...» (Josh Burton)
Mantén las Trece Posturas; no las olvides. Cuando desees moverte, empieza desde la cintura. Sé sensible a los cambios, al más ligero cambio de lo lleno a lo vacío. Así dejaras que el Qì circule como un fluido por todo tu cuerpo, sin cesar. Invisible en el abrazo de la quietud yace el movimiento; y dentro del movimiento la quietud se oculta. Busca, por tanto, lo que está quieto dentro del movimiento. Si puedes abordarlo, los descubrimientos serán tuyos cuando te enfrentes al oponente. Que todo movimiento se llene de conciencia y significado. Si puedes hacerlo, el esfuerzo del no esfuerzo aparecerá. Nunca abandones la atención a la cintura. Cuando el abdomen esté ligero y libre, el Qì se estimulará. Cuando las vertebras inferiores estén erguidas, el espíritu se elevará a la parte superior de la cabeza. Todo el cuerpo debe ser flexible y suave, la cabeza suspendida como si colgara de arriba por un solo cabello. Permanece despierto, buscando el significado del propio Taiji. Si el cuerpo se dobla o estira, si se abre o se cierra, que el camino natural sea tu camino. Al principio, los estudiantes escuchan las palabras de su maestro, pero con cuidado y esfuerzo aprenden a aplicarse, y entonces la habilidad se desarrolla por sí sola. ¿Quién puede decirme cuál es el principal principio del Taiji? La mente despierta viene primero y el cuerpo le sigue. ¿Quién puede decirme cual es el significado y la filosofía del Taiji? Juventud eterna y una vida larga y saludable, que significan una primavera siempre presente. Cada una de las palabras de esta canción es valiosa y te importa; si no escuchas sus palabras, y no las sigues, seguramente desperdiciarás tu vida. Anónimo
«Coloca una carpa en un estanque en cuyo centro haya una piedra; coloca otra carpa en un segundo estanque, éste sin esa piedra. En el primero, la carpa nadará en torno a la piedra, la que le procurará un ejercicio constante sin que por ello se ponga en duda su resistencia. Esa carpa se hará grande antes que la del otro estanque: esto se debe a tener que repetir "constantemente" el mismo ejercicio». (Okada Torajido)
El maestro Wang Xiaojun, 4ª generación de Taichi Chuan del estilo Chen de Pekín (Xinjia) y doctor en Wushu (Kung Fu), impartirá cursos de Taichi Chuan, Chikung, meditación taoísta, ... en Valencia (España).
Del 10 al 26 de abril de 2015 ¡No pierdas esta oportunidad! Toda la información: http://www.escuelatantien.com/cursos-dr-wang-xiaojun-2/ «Los analfabetos del siglo XXI no serán aquéllos que no sepan leer y escribir, sino aquéllos que no sepan aprender, desaprender y reaprender» (Herbert Gerjuoy, citado por Alvin Toffler en “El Shock del Futuro”) Nan-in, un maestro japonés de la era Meiji (1868-1912) recibió cierto día la visita de un erudito, profesor en la Universidad, que acudió a preguntarle acerca del Zen. Nan-in le sirvió té. Vertió el líquido hasta llenar la taza del visitante y entonces, en vez de detenerse, siguió vertiendo té sobre ella con toda naturalidad. El profesor contemplaba absorto la escena, hasta que al fin no pudo contenerse más: - Ya está completamente llena. ¡No siga, por favor, no cabe una gota más! - Al igual que esta taza -dijo entonces Nan-in-, usted está lleno de sus propias opiniones y especulaciones. ¿Cómo puedo mostrarle lo que es el Zen a menos que vacíe primero su taza? Cuento Zen
INTRODUCCIÓN Como comentaba en el artículo "Diferencias entre Taichi y Chikung", «Chikung» y «Qigong» es exactamente lo mismo. Pese a que actualmente conocemos esta denominación, es común leer en algunos libros y páginas de Internet relacionadas con estas disciplinas el término «Daoyin» (a veces escrito «Taoyin», que es como se pronuncia) que lleva a muchos a pensar que es algo totalmente distinto. Precisamente ayer, paseando por una famosa feria en la que, entre otras cosas, se ofrecen servicios relacionados con la salud y el bienestar, me sorprendió gratamente encontrarme con un stand sobre el Taoísmo. Me acerqué a echar un vistazo y salió a mi encuentro un muchacho que, si bien al principio parecía majo, luego dio la sensación de que hablaba con cierto aire de superioridad. Con él inicié la (absurda) conversación que reproduzco a continuación: - Hola, ¿qué tal? Una pregunta, ¿sabes lo que es el Tao? - Sí, algo sé. - ¡Ah, vale! Tiene que ver con el Taoísmo y... - Sí, todo eso. Bueno, es que soy profesor de Taichi y Chikung. - ¡Ah vale, perfecto! Entonces... ¿conoces el "Daoyin"? - Sí, claro, es lo mismo que el Chikung. - No, hombre... el Chikung es de pie, pero el Daoyin es tumbado y... - Bueno.... el Chikung se practica de pie, sentado, tumbado, con posturas, movimientos, .... - No, no es así. El Daoyin es superior. (silencio incómodo...) - ¿Conoces a Mantak Chia? - Sí, un maestro de Chikung. - Primero apareció el Taichi, luego el Chikung y ahora está llegando el Daoyin. (nuevamente silencio...) - ¿Entonces no te interesa? - No, lo siento, no me interesa... ¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS ENTRE CHIKUNG Y «DAOYIN»? La diferencia principal es la siguiente: NINGUNA En ocasiones uno de los mayores errores entre algunos practicantes de estas disciplinas es diferenciar entre «Daoyin» y «Chikung» como si fuesen distintas. Como explico en la sección de Chikung, este arte ha sido conocido por muchos nombres a lo largo de la historia, y «Daoyin» (Dǎoyǐn - 導引), que se pronuncia «Taoyin» (así es como se ve escrito en algunas páginas españolas) y significa «conducir/guiar la energía», es uno de ellos. El término «Qìgōng», que se menciona por primera vez en la dinastía Ming (1368-1644), comienza a usarse en su sentido especializado actual («el arte del cultivo del Qi») a mediados del s. XX. Por otra parte, es necesario aclarar que, aunque se pronuncian de forma muy parecida, no es lo mismo el «dǎo» de Daoyin (導), que significa «guiar o conducir», que el «dào» del Taoísmo (道), que se suele traducir como «senda o camino». En muchas páginas de Internet se dice que el Daoyin es la estructura interna del Chikung y Taichi, afirmando que es la base de estas dos disciplinas. Sin embargo, algunas de las definiciones de «Daoyin» que encontramos son las siguientes:
Curiosamente, todas estas definiciones y los beneficios que se explican son idénticos al «Chikung». CONCLUSIÓN Existen aproximadamente 15.000 formas, posturas, meditaciones, etc.., de Chikung, de modo que llámalo como quieras, incluso ponle un nombre «raro» si lo que deseas es dar un toque de secretismo o un aura mística y misteriosa a algo que hace mucho dejó de serlo, o imagina que el dominio del qì (energía vital) te llevará a lanzar un Kame Hame Ha si eso te va a hacer feliz. Ahora bien, ten claro que ninguno es mejor que el otro y que, le pongas el nombre que le pongas, es Chikung. «CHIKUNG» Y «DAOYIN» ES LO MISMO. PD: Este artículo no es un ataque ni pretende desprestigiar a ningún estilo o escuela de Chikung. Se trata, simplemente, de una aclaración que viene a raíz de la conversación que mantuve, en la que se me dio información falsa y en la que se intentó desprestigiar al Chikung en favor de algo que, paradójicamente, es también Chikung.
Igualmente aclaro que esta confusa información se me dio desde un centro privado (que, por respeto, no voy a nombrar) y que nada tiene que ver con la "Asociación de Qigong de Salud", que utiliza bastante el término «daoyin» junto al de «qigong/chikung» sin diferenciarlos, y a la que recomiendo en la sección Sitios de Interés. EDITO 28/2/14: YA NO QUEDAN PLAZAS ¿Quieres viajar a China?
La Escuela Tantien de Valencia organiza, cada dos años, un viaje exclusivo, diseñado para la inmersión en la cultura, costumbres y tradiciones chinas, especialmente relacionadas con las filosofías tradicionales y el origen de las artes marciales, el Taichi y el Chikung. Este año el viaje está programado del 29 de Julio al 13 de Agosto. La reunión informativa será el próximo viernes 27 de febrero de 19:30 a 20:30 horas. El programa completo, precios y demás información la puedes consultar aquí. «¿Cuál es la diferencia entre el Taichi y el Chikung?». Esta es, sin lugar a dudas, una de las preguntas más frecuentes que se plantean muchos practicantes de estas y otras disciplinas. Entre el Taichi Chuan y el Chikung existen diferencias y similitudes. Aunque hay muchas, intentaré resumirlas de forma sencilla en 9 puntos claves: 1. ¿QUÉ SIGNIFICA? El Taichi Chuan (Tàijí Quán, 太极拳) puede traducirse como «el arte del puño supremo», «el boxeo supremo», «el boxeo de la cumbre suprema» o incluso «el boxeo de las sombras». «Taichi Chuan», «Tai Chi Chuan», «Taichi», «Taichí», «Tai Chi», «Taijiquan», «Taiji Quan», «Tai Ji Quan», ..., es lo mismo. «Thai Chi», como he visto escrito en algún que otro sitio, no existe. El Chikung (Qì Gōng, 氣功) puede traducirse como «trabajo con la energía vital». «Chikung», «Chi Kung», «Qigong», «Qi Gong», ..., es lo mismo. Denominaciones raras que también he leído por ahí, como «Chi Gong» o «Qi Kung», son incorrectas. IMPORTANTE: El «chi» de «taichi» viene de «jí» y significa «punto más alto, cúspide, extremo...»; el «chi» de «chikung» viene de «qì» y significa «energía vital». Por lo tanto, hay que tener claro que ambos «chi» son diferentes y no tienen nada que ver. 2. ¿CUÁLES SU ORIGEN? El origen mitológico del Taichi se remonta al monje taoísta Zhang Sanfeng (s. XIII) y los datos históricos afirman que fue desarrollado en Chenjiagou (aldea de los Chen) por el general Chen Wanting (s. XVII). Por tanto, hablamos de que el Taichi Chuan no es un arte milenario y tiene una antigüedad que puede variar entre 300-800 años aproximadamente. El Chikung ha sido conocido por muchos nombres a lo largo de la historia china. Historiadores y antropólogos coinciden en afirmar, debido también a diversos hallazgos arqueológicos, que surgió aproximadamente en el periodo Neolítico, teniendo su origen en tradiciones chamánicas. Por lo tanto, el Chikung tiene una antigüedad de unos 4000-5000 años aproximadamente. Es importante destacar que ambas disciplinas proceden de China y están "vivas", es decir, se encuentran en constante evolución. 3. ¿QUÉ ES? El Taichi Chuan es un arte marcial interno. Apunta a moverse con la energía vital y sin excederse con la fuerza muscular, utilizando en todo momento la tensión mínima necesaria. El Chikung es una práctica milenaria utilizada para regular la energía vital, mejorar la salud física y emocional y prevenir algunas enfermedades. Si bien es cierto que existe una escuela de Chikung llamada «marcial» y cuyo objetivo es fortalecer y acondicionar el cuerpo y mejorar las habilidades de defensa y ataque en las artes marciales, el Chikung en sí mismo no es un arte marcial, esto es, sus movimientos no esconden necesariamente aplicaciones de defensa y ataque; en el caso del Taichi Chuan, pese a que sus movimientos escondan aplicaciones marciales, puede practicarse con un objetivo meramente terapéutico, como es el caso, sobre todo, de adultos mayores o con limitaciones físicas. También es necesario hacer una aclaración sobre algo que he visto escrito en varios sitios, conozco gente que me ha hablado de ello y hay "instructores" que dicen enseñar esa disciplina: el «Taichikung» no existe como tal. 4. ¿EN QUÉ SE BASA? El Taichi Chuan consistente en movimientos que corresponde a aplicaciones marciales, en combinación con la respiración y la intención. Está vinculado directamente con algunos conceptos de la Filosofía Taoísta, como el Yin y el Yang y, por sus aplicaciones terapéuticas, con aspectos de la Medicina Tradicional China. El Chikung se realiza mediante trabajos y ejercicios coordinados con una respiración consciente, la visualización y la concentración en puntos, canales de acupuntura o zonas del cuerpo. Se basa en la Medicina Tradicional China y la Teoría de los Cinco Elementos. El Taichi Chuan y el Chikung son dos formas de autoconocimiento y control de nuestro cuerpo, respiración, emociones y pensamientos, es decir, son técnicas de meditación en movimiento. 5. ¿CÓMO SE PRACTICA? El Taichi Chuan se ejercita mediante formas o taolu, consistentes en movimientos suaves y armoniosos, con aplicaciones marciales ocultas en cada uno de ellos, coordinados con la respiración. Se dice que cada una de estas formas, aunque divididas en varios movimientos, se deben ejecutar de principio a fin como si de un sólo movimiento se tratase, sin hacer ninguna parada, de forma fluida y continua. Por otra parte, en el Taichi, que se practica de pie, se estudia el uso de distintas fuerzas (Peng, Lu, Ji, An, Cái, Lie, Zhou, Kao, ...), presentes en las formas y que se pueden trabajar también con compañeros a través del Tuishou (empuje de manos). El Chikung se practica mediante movimientos, posturas o formas (que pueden ser de pie, sentados o tumbados) coordinados con la respiración. En caso de posturas se trata simplemente de hacerlas; en caso de tablas o movimientos, parados o caminando, se observa una diferenciación entre cada uno. Existen competiciones de Taichi Chuan, que incluyen la ejecución de formas, el empuje de manos y/o combates utilizando las aplicaciones marciales y principios del Taichi, a los que se les denomina Sanda o Sanshou. Desde hace relativamente pocos años también existen competiciones de Chikung, aunque personalmente creo que merecen un estudio aparte. Ambas disciplinas se ocupan de llevar a cabo las tres regulaciones: cuerpo, respiración y mente. También en ambas se utiliza la intención mental para guiar la energía vital a través del cuerpo y los canales de acupuntura. En la ejecución de las técnicas existen también similitudes (por ejemplo en ambas disciplinas se comienzan los movimientos hacia la izquierda, principios básicos, etc...) y diferencias (estiramientos, atención a determinados puntos de acupuntura, tipos de respiración, etc...), pero aquí no entraré en ellas, pues requeriría de un artículo específico. 6. ¿CUÁNTOS TIPOS/ESTILOS EXISTEN? Se habla generalmente de cinco estilos familiares de Taichi Chuan: Chen, Yang, Wu/Hao, Wu y Sun. No obstante, existen otros muchos estilos que derivan de éstos. En las artes marciales chinas los estilos suelen tener el apellido de su fundador (Chen Wanting, Yang Luchan, ...), su lugar de origen (Wudang, Shaolin, ...) o el de una característica propia del estilo (Hulei). Aunque no se conoce una cifra exacta, se habla de una cifra aproximada de unas 15.000 posturas, formas y movimientos de Chikung, que podríamos dividir en cinco grandes escuelas de Chikung: médica/terapéutica, taoísta, budista, confucionista y marcial. Según autores, podremos encontrarnos que en ocasiones se engloba a las escuelas taoísta y budista en una sola, a la que se llama escuela espiritual y meditativa. En el Taichi no existen estilos o formas con nombres de animales, como «Taichi de la Grulla», «Taichi de la Tortuga», ..., pero sí movimientos concretos en los que se nombre a alguno, como «el mono blanco ofrece la fruta» o «el dragón azul emerge del agua»; los nombres de las formas de Taichi suelen conocerse por su número de movimientos y/o estilo (forma de 36 Chen, forma de 24 Yang, ...), el orden dentro de la práctica tradicional (Yilu o Primera Rutina, Erlu o Segunda Rutina) o, en algunos casos, el nombre de una característica especial de dicha forma (por ejemplo Erlu es también conocida como «Pao Chui», que significa «Puño de Cañón»). En el caso del Chikung existen posturas, formas y movimientos con nombres de todo tipo: «Juego de los Cinco Animales», «Abrazar el Árbol», «Apuntar al águila con el arco», «Separar el Cielo y la Tierra», etc... 7. ¿QUÉ ES NECESARIO PARA APRENDER? Para obtener resultados en cualquiera de ambas prácticas es necesaria la paciencia, la perseverancia y la continuidad en la práctica. 8. ¿CUÁLES SON SUS BENEFICIOS? Puesto que los principios básicos de ambas disciplinas son similares, los beneficios de practicarlas son los mismos, con la única diferencia de que, en el caso del Taichi Chuan, se aprenden además técnicas que, con el debido entrenamiento, pueden servir para la autodefensa. 9. EL TAICHI CHUAN ES CHIKUNG Si bien es cierto que al final los beneficios son prácticamente los mismos, los métodos de enseñanza y aprendizaje son diferentes y es necesario complementarlos. En el Chikung el trabajo energético es más potente y complementa/completa a la perfección el entrenamiento del Taichi Chuan. De hecho considero imprescindible incorporar el Chikung en la práctica del Taichi Chuan, pues permite desarrollar la propiocepción y la conciencia de energía interna, potencia la parte terapéutica del arte, regula las emociones y ayuda a desarrollar también su aspecto marcial y sensitivo. Practicar Taichi Chuan sin Chikung lo convierte, a mi entender, en una mera gimnasia o práctica deportiva que muchas veces viene acompañada de lesiones. ¿De qué sirve poder defenderse de agentes externos y no de los internos? ¿Qué sentido tiene saber luchar contra otros sin saber luchar "contra uno mismo"? Cuando se practica correctamente el Taichi Chuan desde una visión completa y holística, llevando la atención al movimiento, la respiración y la intención, y sin descartar ninguno de sus componentes (salud, meditación en movimiento, regulación corporal, respiratoria y emocional, trabajo energético y marcialidad), se está haciendo también Chikung; sin embargo, la práctica del Chikung no requiere tener conocimientos de Taichi Chuan. Por tanto, un buen instructor de Taichi Chuan debería enseñar también Chikung a sus alumnos. A pesar de sus diferencias y similitudes, la práctica se desarrolla de muy distintas formas y cada practicante ha de saber lo que busca y desea aprender. Y lo que es muy importante: debe encontrar a un buen profesor de Taichi Chuan y Chikung capacitado para ello que sea capaz de orientar, acompañar y enseñar correctamente. Si estás de acuerdo (o no) con alguno de estos puntos, deseas completar este artículo o hacer cualquier comentario te animo; ¡¡será bien recibido!! :D Manuel Rodríguez Salvador
El iceberg, esa inmensa mole luminosa,
aparece solitario y separado..., pero todo -también él- es Agua: su ínfima parte emergida; la parte sumergida envuelta de mar; el océano entero. Todo es Agua que se manifiesta en formas diferentes... Como el iceberg, así nosotros: tenemos una pequeña parte consciente y otra extensa zona “sumergida” e inconsciente que, poco a poco, vamos descubriendo, con esfuerzo laborioso... Nos creemos separados, aislados incluso, y ésa es la causa de nuestro sufrimiento. Pero la realidad exacta es que estamos envueltos, entretejidos y, en último término, “hechos de Dios”. Por eso, en cuanto trascendemos el pensamiento, se muestra la No-dualidad de Lo Que Es... El Wuji (wújí - 無極) o "Vacío Absoluto" es, según la filosofía taoísta, el estado primigenio del Universo no diferenciado. Sería anterior al surgimiento del Taiji (tàijí - 太極) o "Extremo Supremo". El Wuji o “Vacío Absoluto” representa un estado anterior a todas las cosas, antes del Gran Principio Universal, en el que todo estaba turbio y silencioso, caótico y confuso, en lo que se ha venido a llamar "Gran Caos Primordial". Es el estado antes del momento de inicio de la forma, cuando el practicante está pie, erguido, en actitud reverente, concentrando su mirada hacia delante y regulando su estado físico, mental y su respiración. Este estado facilita la libre circulación del qi y el desbloqueo de los canales. En este momento es importante buscar la quietud interna a través de la relajación activa (Fang Song), es decir, la mínima tensión consciente y necesaria para que la postura no sea rígida e incómoda. Cuerpo, respiración y mente tienen que estar en calma y relajación. CUERPO:
RESPIRACIÓN: En un primer momento toma conciencia de la respiración. Limítate a observarla, sin juzgarla. Simplemente respira de forma consciente, fijándote en el proceso respiratorio: el aire entrando y saliendo por la nariz con cada inhalación/exhalación, llegando a las distintas partes del cuerpo. Pueden ayudarte preguntas como:
En principio estamos ante una respiración abdominal normal, pero si estás empezando con la práctica no trates de cambiar tu respiración, limítate a observarla y, con el tiempo y la práctica, se irá regulando sola haciéndose cada vez más lenta, fluida, profunda, silenciosa, homogénea... El simple acto de observar la respiración ya la cambia. MENTE: Hunde el qi en el dantian y lleva la atención a esa zona, aumentando el equilibrio y la estabilidad física y emocional y facilitando una respiración abdominal normal correcta. El dantian está situado a unos tres o cuatro dedos por debajo del ombligo y hacia el interior del abdomen, y se trata del centro energético de nuestro cuerpo. Puedes concentrarte en el dantian visualizándolo como una esfera roja brillante, como un Sol en tu interior del tamaño de una pelota de tenis que, con cada inspiración, se expande e ilumina y del que emana una energía sanadora que llega a cada célula de tu cuerpo. También puede funcionar la imagen de una pila o una batería que, con cada inhalación, se recarga de qi. Esa energía lleva también consigo paz, armonía y calma. Manteniendo esta posición, respirando de forma natural, lenta y profunda y llevando la atención al dantian se puede lograr el silencio interior, el vacío, la quietud. Un cuerpo, una respiración y una mente en su centro representan el Wuji, el “Gran Vacío”, también llamado a veces “el Vacío Extremo”, cuyo nombre describe el estado cósmico inicial de no diferenciación antes de la aparición de la forma (taolu). El Taiji nace del Wuji, de la "no polaridad". Es la causa de la aparición del Yin y del Yang, como un ciclo sin fin. El paso de Wuji a Taiji podría ser comparado con plantar una semilla: primero se prepara la tierra sin la semilla y luego se planta la semilla que, aunque parece inmóvil en un principio, se está preparando para convertirse, con el tiempo, en una enorme planta. Antes de iniciar la práctica, las manos y los pies aún no se han movido, pero el practicante ya se siente en una posición correcta, centrada y atenta. Este es el mecanismo: en un principio no hay movimiento aparente. Podría decirse que Cielo y Tierra están todavía en un estado de Unicidad sin forma, en la nada, el “Vacío Absoluto”; Wuji es un nombre tradicional que describe también la no diferenciación entre Yin y Yang. Sin embargo, el mecanismo de diferenciación ya existe, marcando la condición justo antes de la aparición de formas, un punto fundamental entre los impulsos opuestos de la cual emana la actividad creativa. Esta transición de la quietud externa a la preparación para el movimiento se conoce como “pasar de Wuji a Taiji”. En la posición inicial de Taiji, aunque las cuatro extremidades parecen estar todavía inmóviles, sigue funcionando el mecanismo interno del Yin y el Yang, la apertura y el cierre, el crecimiento y declive, el lleno y el vacío… así como los pensamientos y emociones y el ciclo respiratorio…, que hacen que se produzca un reajuste continuo de todas las partes del cuerpo. Aunque imperceptible para el ojo humano, este movimiento interno se produce y el practicante debe ser consciente y concentrarse en él en esta etapa. En aras de la claridad, se utiliza el término Taiji para describir la etapa inicial de preparación para el comienzo o la totalidad de la rutina de Taichi Chuan. La preparación es necesaria para establecer un equilibrio entre cuerpo, respiración y mente previos a cualquier otro movimiento. Antes de comenzar a practicar la forma de Taichi Chuan, los practicantes deben, en primer lugar, purificar su corazón y vaciar su mente de todo pensamiento. Así, aparecerán con una actitud serena y su cuerpo y su mente podrán poner en marcha la dinámica de los movimientos de la rutina. El practicante debe trabajar hacia la unión de los dos extremos (Yin y Yang) en una sola unidad para poder retornar al estado de Wuji gracias a la práctica del Taichi Chuan. Manuel Rodríguez Salvador Bibliografía:
- CHEN XIN (1933). "Illustrated Explanations of Chen Family Taijiquan". Guanghua Publishing Ltd. - COHEN, KENNETH S. (2004). “El Camino del Qigong: el arte y la ciencia de la curación energética china”. Ed. La Liebre de Marzo. |
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