Un hombre decidió cavar un pozo en un terreno que poseía. Eligió un lugar y profundizó hasta los cinco metros, pero no encontró agua. Pensando que aquel no era el sitio idóneo, buscó otro lugar y se esforzó más llegando hasta los siete metros, pero tampoco esta vez halló agua. Decidió probar una tercera ocasión en distinto lugar, y cavar aún mucho más, pero cuando llegó a los diez metros, concluyó que en su terreno no había agua y que lo mejor era venderlo. Un día fue a visitar al hombre al cual había vendido el terreno, y se encontró con un hermoso pozo. - Amigo, mucho has tenido que cavar para encontrar agua, recuerdo que yo piqué más de veinte metros y no encontré ni rastro -dijo el recién llegado. - Te equivocas -contestó el aludido-. La verdad es que yo sólo cavé doce metros, pero a diferencia de ti, siempre lo hice en el mismo sitio. (Relato oriental)
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Manuel RodríguezEterno aprendiz... Archivos
Julio 2024
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