¿QUÉ ES? El término «artritis» significa, literalmente, «inflamación de las articulaciones». Existen más de 100 tipos diferentes de artritis y enfermedades asociadas, entre las que se incluyen enfermedades que afectan los huesos, los músculos, las articulaciones y los tejidos que las sostienen. Una de las formas más frecuentes de artritis es la artritis reumatoide. La Artritis Reumatoide (AR) es una enfermedad crónica autoinmune y sistémica en la que el mismo organismo produce anticuerpos que atacan el funcionamiento de diferentes órganos del cuerpo humano, principalmente el sistema músculo-esquelético y las articulaciones. Esto lleva a la inflamación de las articulaciones y tejidos circundantes, pudiendo afectar, también, a otros órganos. Una manera de distinguir la AR de otros tipos de artritis es por el patrón de las articulaciones afectadas. Por ejemplo, la AR afecta la muñeca y muchas de las articulaciones de la mano pero, por lo general, no afecta las articulaciones que están más próximas a las uñas. Por el contrario, la osteoartritis, un tipo de artritis más común, afecta más a menudo a las articulaciones más próximas a las uñas que otras áreas de la mano. Otras articulaciones que pueden verse afectadas por la AR son codos, hombros, cuello, mandíbula, caderas, rodillas, tobillos y pies. La espina dorsal no suele ser afectada directamente por la AR, a excepción del cuello. Otra característica esencial de la AR es que las articulaciones en ambos lados del cuerpo tienden a verse afectadas. El patrón general de las articulaciones afectadas, junto con ciertos resultados en pruebas de laboratorio o rayos X, hacen posible que un especialista pueda distinguir la AR de otras afecciones. Las personas que padecen AR suelen comenzar la enfermedad con molestias articulares leves, fatiga, rigidez y sensibilidad articular. En etapas algo más avanzadas puede notarse, además, entumecimiento, hormigueo o ardor en las articulaciones, sequedad en ojos y boca, pleuresía (dolor torácico al respirar) o incluso dificultades para conciliar el sueño. La enfermedad suele producir daños en las estructuras articulares como cartílago, huesos, tendones y ligamentos, por lo que causa dolor, rigidez, sensibilidad y pérdida progresiva de la función articular y motriz, así como fatiga y debilidad; en algunas etapas se llega a notar, también, entumecimiento, hormigueo, ardor en las articulaciones, sequedad en ojos y boca, pleuresía (dolor torácico al respirar) o incluso dificultades para poder conciliar el sueño. Sin un tratamiento adecuado, esta enfermedad puede terminar por conducir a la discapacidad de las personas afectadas. La artritis constituye un problema de salud pública para la Organización Mundial de la Salud (OMS), que afirma que 1 de cada 10 personas la padece; además, cada año se diagnostican alrededor de 40 nuevos casos por cada 100.000 habitantes. Sin embargo, las estadísticas muestran que únicamente un 20% de los afectados consulta al especialista por síntomas severos. La causa de la AR se desconoce. Sólo se sabe que es una enfermedad autoinmunitaria, es decir, el propio sistema inmunitario del cuerpo ataca por error al tejido sano, aunque cada vez hay más pruebas que demuestran que la predisposición genética es un principal factor de riesgo para la artrosis, habiéndose comprobado que la probabilidad de desarrollarla aumenta hasta en un 70%. Además, aunque puede presentarse a cualquier a cualquier edad, es más común que surja a partir de la mediana edad, sobre todo en mujeres; se cree que esto se debe a que la presencia de estrógenos en la mujer hace que su organismo sea más propenso a tener un sistema inmunológico muy activo que pueda producir mayor número de anticuerpos. La OMS considera fundamental impulsar la investigación básica, clínica y epidemiológica de esta enfermedad. TRATAMIENTO Los métodos actuales de tratamiento de la AR, según la llamada Medicina Occidental, se centran en aliviar el dolor, reducir la inflamación, detener o retrasar el daño articular y mejorar las funciones y el bienestar del paciente. Los médicos tienden a recetar medicamentos para aliviar los síntomas y modificar la enfermedad; sin embargo, algunos de estos medicamentos afectan el sistema inmunológico y pueden tener efectos secundarios. No obstante, este tratamiento requiere del trabajo en equipo de profesionales de la salud de diferentes ramas: reumatólogos, fisioterapeutas, enfermeros, psicólogos, … Asimismo, los médicos y terapeutas saben que el ejercicio puede mejorar su salud y aptitud física, de modo que también suelen indicar el ejercicio de alguna actividad física moderada con el objetivo de fortalecer los músculos y huesos, aumentar la flexibilidad y mejorar la sensación de bienestar general. También en los miles de años en los que la Medicina Tradicional China (MTC) se ha ido desarrollando, se han utilizado distintos enfoques para tratar la artritis, como la acupuntura, los masajes o el Chikung. Éste último ha llegado a ser considerado como un método excelente no sólo para prevenir la artritis, sino también para curar muchas de sus formas y hacer que las articulaciones recuperen totalmente la fuerza y la salud. Según la visión china de la enfermedad, el desequilibrio del qì es el precursor de muchas enfermedades. El desequilibrio del qì se produce mucho antes de la manifestación física de la enfermedad, por lo que, para curarla, se debe buscar la causa de la enfermedad para llegar nuevamente al equilibrio del qì del organismo. Por tanto, la MTC considera que la artritis es un estancamiento de qì y sangre que, en el caso de la AR en particular, viene dado por la invasión de viento, frío y humedad, causando la obstrucción de energía en ciertas articulaciones. El Dr. Yang Jwing-Ming, uno de los máximos exponentes en la difusión del Taichi y el Chikung en Occidente, afirma que «por primera vez en la historia de la humanidad se da la oportunidad de que las diferencias culturales del mundo se conozcan entre sí. Sería muy irresponsable dejarla pasar sin aprender todo lo que podamos unos de otros. Es evidente que tanto la Medicina Occidental como la Oriental tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Tradicionalmente, la Medicina Occidental ha ignorado la existencia del qì (bioelectricidad) y se ha centrado más en los problemas físicos del cuerpo, mientras que la Medicina China, por su parte, ha dedicado más atención a los tratamientos empíricos, ignorando la investigación que le habría permitido desarrollar una base teórica y un equipo más avanzado de diagnóstico y tratamiento. Si ambas culturas pueden compartir lo que han descubierto y aprender a experimentarlo con una mente abierta, la medicina entrará pronto en una nueva era. Los tratamientos para la artritis nos da un buen ejemplo de cómo podrían funcionar esa combinación de medicina oriental y occidental». El mismo autor nos da en su libro “Qigong: un método chino para prevenir y curar la artritis” algunas de las razones por las cuales el Chikung es de gran ayuda en el tratamiento de esta enfermedad:
ESTUDIOS E INVESTIGACIONES Según la OMS hoy en día la MTC (acupuntura, chikung, …) puede ser utilizada para tratar algunas enfermedades, síntomas o afecciones, entre ellos la artritis reumatoide, cuya eficacia ha sido demostrada como tratamiento efectivo a través de multitud de ensayos controlados.
Aunque se han desarrollado multitud de estudios demostrando los beneficios del Taichi y/o el Chikung en personas con artritis en general, no hay aún muchos sobre la AR en particular. Estos son algunos de ellos:
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